18/2/10

Personajes singulares


La portera del ático, era la portera perfecta, fea, gorda y antip... Leer másática (ver película "el erizo"). Tenía el trabajo perfecto. Por la terraza apenas entraba nadie, hasta que se pusieron de moda los superhéroes. El primero fue Superman, que hasta que aprendió a aterrizar suavemente llenaba la azotea de refregones negros casi imposibles de quitar. Después, cuando Superman salvó al mundo y se hizo superfamoso, todos querían vivir en el mismo bloque. Llegó Spiderman, que aunque educado llenaba todo de telarañas, le siguió Batman, que era un poco envidioso, que atraía a los murciélagos y todas las noches dejaban la terraza llena de cagadas fétidas. La lista sería interminable. La portera, no podía más y decidió acabar con su vida. Se puso su mejor traje, el de la flor roja en el hombro, se subió al pretil y saltó al vacío. Cuál fue su sorpresa cuando vio que volaba y se había convertido en la Superportera, la portera de los superhéroes.(Pedro Caro)

Personajes singulares


 
Todos los pacifistas están locos, pero no todos los locos son pacíficos. Y aquel pacifista debió sufrir un ataque de locura para enfrentarse a un ejército de locos que iban a linchar al psiquiatra. Esa tarde celebraron dos ejecuciones en lugar de una. Un reputado colega que lo vio todo (y no era pacifista) publicó un citado caso clínico en el American Journal of Psychiatry que le valió un sexenio y una cátedra.(Francisco Caro)

9/2/10

Personajes singulares



 

Quién le mandaría meterse a maquinista del trenecito de la bruja. 10 vueltas por hora 10 horas al día y un recorrido de 32 metros. Y la bruja ni siquiera es mujer es su tío Abilio travestido. (Francisco Caro).

Alfred siempre quiso conducir. Desde peque
ño le gustaban todas las máquinas en las que te podías montar. Empezó con un triciclo, después la bici, una moto... Con catorce años comenzó a beber, su otra gran pasión, la mezcla explosiva, conducir borracho sólo tenía un posible final, un accidente. Pero sobrevivió, era un tipo duro, pero el fuerte golpe en la cabeza, le produjo una pérdida de líquido en los canales semicirculares del oído izquierdo. En definitiva perdió la capacidad de conducir en línea recta. Fue un verdadero drama, su vida perdió sentido. Pero una noche de parranda, a las nueve de la mañana, alguien le sugirió que se hiciera maquinista, el tren nunca se desviaba. Y fue feliz.(Pedro Caro).