11/12/09

personajes singulares

el hombre liendre 


Recorría cada día el mismo camino, surco a surco, hilo a hilo, sin perder ni un momento la línea de la besana que surcaba su campo de parte a parte, arañaba la tierra poco a poco, parsimoniosamente, como si se tratara de alisar cada surco, de alinearlo en una geometría perfecta, esperando que las semillas florecieran nuevamente en el desierto en que se estaba convirtiendo la campiña, ahora la lluvia, bendita lluvia.
El problema era que todos los surcos se habían cubierto de agua, la tierra era incapaz de asimilar tanta agua y tan seguida... el, como casi siempre se lamentaba...(Jacinto Lara)

El hombre liendre que de todo sabe y de nada entiende.(Pedro Caro)

*(RECOMENDACIÓN: Leer con la voz de Félix Rodríguez de la Fuente. Jeje)
DOCUMENTAL DE NATURALEZA HUMANA N
º 29

El hombre-liendre, una especie rara y prácticamente desconocida, se extiende por todo el vasto territorio peninsular...
Una liendre es, como todas las madres saben, una larva de piojo, un parásito inmaduro aparentemente inofensivo que entra
ña grandes peligros para sus incautas víctimas.

El hombre-liendre pasa desapercibido gracias a sus inigualables dotes miméticas. Para desconcertar a sus posibles presas, imita conductas propias de otras especies menos amenazadoras: risas de hiena, coleo de perrito, lágrimas de cocodrilo, gracietas de macaco... Es todo un artista del fingimiento.

Una vez que se abalanza sobre su caza (la hembra humana), la parasita hasta provocarle una encefalopatía severa que desemboca en una depresión en la presa y un total desinterés e indiferencia en este hábil predador. Sorprendentemente, este extra
ño ser de la naturaleza, es perfectamente capaz de parasitar a varias presas simultáneamente. (Itziar Perpiñan)
 

10/12/09

personajes singulares

Mataba a los mensajes en lugar de matar al mensajero
(Francisco Caro)

¿Qué culpa tenía el de que nadie le escuchara?. Iba por la calle, apuntando a la gente con un plátano y diciendo: -Te voy a matar.- Y claro con una altura de 1,50 y 45 kilos, calvo y feo, la gente se reía.
-Mira que te mato.- Insistía muy serio.
La risa se hacía más pronunciada.
- Si sigues riéndote te mato.
Ya no lo podían soportar más, y llegaba el momento en que morían de risa.(Pedro Caro)